domingo, 13 de junio de 2010

Héroes Desechables

Caesarius miro con un gesto de nausea en el rostro el extraño cielo multicolor de Chater IV, extrañaba la clara noche de su hogar, dijo para sus adentros el Comisario. La columna de blindados avanzaba rápidamente por la improvisada carretera abierta en medio de la jungla de aquel remoto planeta. De improvisto un proyectil surco el aire y se estrello de lleno con el Chimera que iba al frente de la formación convirtiéndolo en un amasijo de metal retorcido y envuelto en llamas. En seguida otro disparo surgió de algún lugar de la jungla e impacto en el último transporte causando un efecto similar al primero. –A todas las unidades, tomad posiciones defensivas alrededor del convoy, rugió el comisario a través de su vococomunicador- En un instante los Mordianos formaron perfectamente alrededor de sus tanques con los rifles apuntando a la jungla que se abría a su izquierda y derecha. Esperaron. Nada ocurría. Fueron unos minutos realmente tensos para los guardias imperiales.

De repente, un ruido rompió el silencio casi de muerte que inundaba el aire y los soldados de Mordia vieron como una multitud de demonios se les echaba encima desde ambos lados de la formación. –Fuego a discreción- ordeno Caesarius mientras comenzaba a disparar su pistola de plasma derribando a dos demonios de aspecto putrefacto y llenos de pústulas. Los disparos de rifle láser no tardaron en retumbar por todos lados a la vez que más y más demonios surgían de la espesa jungla. Caesarius se agacho a tiempo para esquivar el tajo de la espada de un enorme demonio de color rojo y que parecía estar hecho solo de tendones y huesos. Luego contraataco hundiendo su espada sierra directo al vientre de la bestia, derribándole. A pesar de su pequeña victoria la batalla se decantaba en contra del bando imperial, el número de demonios parecía no tener fin, ya que seguían saliendo de la vegetación y se abalanzaban sobre los Mordianos desde todos lados matándoles uno a uno con garras y dientes.

Esto ya no era un campo de batalla pensó Caesarius, ¡es un matadero! El comisario observo aterrorizado como todos sus hombres eran abatidos por decenas… Una enorme pinza surgió del pecho del comisario ante los atónitos ojos de este, lo cual le produjo una inexplicable sensación de placer con cada pedazo de vida que se le escapaba por la abertura de la herida. Lo último que contemplo Caesarius fue una figura femenina que se reía como una loca y que corría detrás de otro de sus hombres…

2 comentarios:

  1. bnnnnnnnnnnnn q vivan los demonios!!! , me encato la parte que decia :
    "lo cual le produjo una inexplicable sensación de placer con cada pedazo de vida que se le escapaba por la abertura de la herida"

    qq chimba se escucha demaciado slannesh! sos groso como dicen los argentinos

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  2. bnnnn!!! vivan los demonios , me encanto la parte q dice :
    "lo cual le produjo una inexplicable sensación de placer con cada pedazo de vida que se le escapaba por la abertura de la herida"

    se escuha demaciado slannesh!!! SOS GROSO!! JAJAJA

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